La gran diversidad de tipos de hojas que presentan las
espermatófitas puede clasificarse atendiendo a la forma del
limbo, a las características de la
nervadura principal (1) o de las nervaduras secundarias (2), al aspecto del borde (3), de la base (4) y del ápice (5) del limbo.
Esquemas representativos de los tipos de hojas según su forma, margen o borde y nerviación.
Las hojas son extraordinariamente variadas en cuanto a su forma, la que suele ser característica de cada
especie,
aunque con grandes variaciones entre individuos e incluso dentro del
mismo individuo. Se puede distinguir, en primer lugar, entre las hojas
que presentan pecíolo -
hojas pecioladas- de las que no lo poseen -
hojas sentadas o sésiles-. En este último caso el limbo suele tener una base de contacto más amplia con el tallo que sostiene a la hoja -
hojas abrazadoras- pero si lo rodea hasta el punto de que por detrás de la rama se sueldan los dos lóbulos de la hoja, la misma se llama
perfoliada. Las hojas cuyo limbo se prolonga hacia abajo formando un ala a lo largo del pecíolo y con el entrenudo se denominan
decurrentes.
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En atención a la forma del limbo, se aplican las siguientes
denominaciones a las hojas: redondas, ovaladas, elípticas, alargadas,
lanceoladas, espatuladas, cuneiformes, lineales. Como formas especiales,
se pueden citar las hojas peltadas, acorazonadas, arriñonadas y
aflechadas.
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El borde del limbo rara vez es completamente liso, como ocurre en las denominadas
hojas enteras,
siendo con más frecuencia aserrado, dentado, festoneado o lobulado. Si
las incisiones del borde penetran en el limbo más profundamente que en
los casos citados se tienen las hojas lobuladas, hendidas, partidas y
cortadas, según que la incisión no llegue a hasta un punto equidistante
del borde y de la nervadura media, que profundice hasta ese punto, que
penetre todavía más profundamente o que alcance a la nervadura media o a
la base de la hoja, respectivamente. Además de las hojas sencillas que
poseen su limbo indiviso -
hojas simples- también son frecuentes
las hojas que presentan su limbo totalmente dividido de modo tal que
cada parte o folíolo reproduce la forma de una hoja sencilla,
denominadas
hojas compuestas. Las hojas compuestas pueden ser
trifoliadas, cuando está formada por tres
folíolos y
palmadas o
pinnadas
cuando son más de tres. A su vez, estas últimas pueden ser
«imparipinnada», cuando presenta un folíolo terminal, o «paripinnada»,
cuando no lo presenta. Si los folíolos que integran la hoja pinnada son a
su vez compuestos, la hoja se dice
bipinnada.
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Hoja de
nisperero ampliada, que ilustra la apariencia general de la hoja y la estructura de la
venación.
Las hojas se hallan recorridas por un sistema de líneas salientes,
distribuidas en general de un modo característico para cada especie,
denominadas nervios o
nervaduras.
Los nervios actúan mecánicamente en el sentido de dar consistencia al
limbo, casi siempre blando, sirviendo además para la conducción de
materiales nutritivos, especialmente de agua. Los nervios más robustos
sobresalen a modo de costillas, particularmente en el
envés,
estando unidos entre sí por una especie de red constituida por las
nervaduras más finas. La nerviación puede adoptar tres disposiciones
según las cuales pueden clasificarse a las hojas. Así, en las
hojas paralelinervadas,
los nervios son más o menos paralelos entre sí y con el borde de la
hoja. Este tipo de hoja es la típica de la mayoría de las especies de
monocotiledóneas, si bien también se halla en algunas dicotiledóneas. En
las
hojas retinervadas o
peninervias, el nervio principal
sigue la línea media de la hoja y de él parten nervios menos gruesos
hacia ambos márgenes del limbo, los que -a su vez- pueden también
ramificarse. Las
hojas palminervias, finalmente, son aquellas en
las que varias nervaduras se separan de un punto común situado en la
base del limbo e irradian hacia distintos puntos de los márgenes
foliares. Estos dos últimos tipos de hojas son las típicas de las
plantas dicotiledóneas.
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